viernes, 17 de febrero de 2017

La cólera de Aquiles -texto de conferencia-


“La cólera de Aquiles” es el texto de una conferencia dictada por Kadaré en Barcelona en el año 2004 (véase la ficha bibliográfica en este mismo blog). En ella, el autor divaga sobre algunos temas que siempre han sido ejes centrales de su narrativa y de su construcción literaria: el poder manipulador del Estado, la mentira de la Historia, las tramas ocultas puestas en pie por las fuerzas represivas, lo que califica como “la Gran Estratagema”, además de reflexionar sobre el tesoro de la literatura oral y la manera en que las historias recitadas por aedos se han fijado como leyendas en el subconsciente colectivo.
Dentro de todos esos referentes, hay uno que obsesiona a Kadaré, y es la guerra de Troya, o todo lo relacionado con Troya, en concreto, la Iliada, porque de las 14.500 guerras libradas por la humanidad, ninguna “ha generado tanta literatura como ha producido una sola de ellas: la guerra de Troya” (2010: 9). Y su principal particularidad radica en “la conversión del relato de Troya del mundo de la literatura al mundo del testimonio (…) Dicha guerra se convirtió en alimento espiritual de toda la civilización griega (…) por la sola razón de que fue cantada homéricamente” (2010: 16). En esto se encuentra su fuerza, lo poderoso de su embrujo y su magnetismo, lo que fascina a Kadaré.
Pero además, esta historia “es la historia de un arrepentimiento, el más grande arrepentimiento que ha conocido hasta hoy nuestro planeta” (2010: 18), si contar con que se narra “el duelo más famoso de la literatura antigua, el que enfrenta a Aquiles y Héctor” (2010: 22). Por tanto, la historia lo reúne todo: venganza, arrepentimiento y, por encima de ello, la confrontación entre esos dos titanes… sin embargo, algo no le cuadra al albanés en todo esto. Las palabras del poema, “como en sueños se perseguían”, para referirse al fragor de la lucha entre ambos (2010: 22) sirven para que se dispare la alerta de Ismaíl Kadaré. Aquí hay algo más, algo oculto, algo hurtado. Esta frase le hace reflexionar… todo queda, de repente, en entredicho. ¿Y sí la batalla no existiera, si fuera todo una percepción onírica sin combatientes, sin las murallas, sin la ciudad?
La imaginación confabulatoria de Kadaré se dispara en la línea de sus mejores trabajos –Spiritus, La pirámide, El monstruo–, y se pregunta si no existirá un tercer libro, un libro extraviado que sirva de puente entre la Iliada y la Odisea y que explique los sueños, visiones y las vigilias, sucedidos entre ambos textos. 


Porque la naturaleza de Troya, del mito de Troya, como ejemplo y metáfora de la “Gran Estratagema” totalitaria, radica en la posibilidad de que nada de ello haya existido, que fuera una invención política para favorecer a las partes contendientes que ni siquiera se hubieran llegado a confrontar en batalla alguna. Así expresa esta idea Kadaré en su conferencia:

“Ninguna de las partes contendientes dio testimonio de la guerra de Troya. Representarse a Homero como un corresponsal de guerra es algo categóricamente rechazado por todos (…) Tal como se sospechaba, diversos ejércitos, tras no conseguir dar con el contrincante, regresaban y se inventaban una guerra no librada, y por supuesto, una victoria inexistente.
A la ausencia de testimonio está igualmente vinculada la sospecha, ya de sobra conocida, de que la guerra de Troya no se haya producido nunca (…) Si es que no quedó testimonio de la guerra de Troya, tal y como reclaman nuestros cánones, ¿qué fue entonces esa guerra? ¿Una confrontación invisible, secreta, de las que tienen lugar en la conciencia? Otra cosa, ¿quizás una reforma, una superación, una despedida de algo, enmascarada, revestida de la apariencia de la guerra? ¿Un invento, una falsa alarma? Finalmente, ¿un sueño, una pesadilla, una pesadumbre oculta de Grecia?” (2010: 14-15).




       Pero una vez descubierta la “Gran Estratagema”, no es necesario que la encontremos en enormes cuestiones de Estado que atañan guerras o complots, puede desarrollarse en algunos ámbitos más simples, como de una lectura atenta de las novelas de Ismaíl podemos aprender, donde un pastel baklava, o un mal de ojo, o tal vez el canto de los aedos, puede desencadenar la catástrofe de una nueva Troya.



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